El proceso de integración de una función, , es el proceso inverso al de derivación. Es decir, una integral de dicha función es otra
función, , denominada primitiva, que cumpla que . La primera característica
evidente de este proceso es que la primitiva de una función no es única, ya
que si es una primitiva de , también lo es , siendo un número real, ya que su derivada es . Así pues, en general al
expresar el resultado de integración, siempre se le añade una , es decir,
una constante. De este modo, la primitiva, por ejemplo, de es
, lo que se expresa de la siguiente manera:
Las propiedades
básicas de la integración son las siguientes:
La integral de la suma de funciones es igual a la suma de la
integral de las funciones.
La integral del producto de un número por una
función es igual al producto del número por la integral de la función.
Por
ejemplo:
Además, de manera
evidente puede deducirse que:
si entonces
La
regla de la cadena (es decir, nos permite escribir que: